Los datos comenzaron a llegar en el primer trimestre del pasado año. Después de un 2018 de considerables incrementos, tantos en las operaciones como en los precios, y coincidiendo con los rumores sobre una crisis económica en ciernes, el sector comenzó a pararse. Y todos los datos que se han ido recibiendo estos últimos meses del año, hipotecas, compraventas, precios… han continuado indicando la progresiva estabilización del mercado inmobiliario.
El último mes del año, la vivienda ha confirmado descensos en la costa mediterránea y en 19 provincias, lo que muestra cómo va a ser este inicio del año. El ciclo expansivo que comenzó en 2014 finaliza. Se retrae la demanda, con una oferta que se incrementa en nueva vivienda y muchos particulares intentando vender a precios que se alejan de la realidad. Los plazos de venta también se incrementan y el resultado es el esperado, la tortilla inmobiliaria se da la vuelta y los compradores vuelven a tener en sus manos el mango de la sartén.
No se han alcanzado en estos años de crecimiento los precios del 2007 y aún hay muchos propietarios, que compraron a partir del 2003, y que perderán dinero al vender. Desde el punto más bajo del ciclo, alcanzado en febrero de 2015, el precio medio en España se ha incrementado un 15,3 %, mientras que la caída acumulada desde máximos de la década anterior es del 33,8 %.
La costa mediterránea, que suma tres meses reduciendo su precio medio respecto al mes anterior, muestra ya un precio inferior a diciembre de 2018, con una caída interanual del 4,6 %. El frenazo de diciembre deja la variación interanual del cuarto trimestre en el 2,7 % y el crecimiento medio en el año 2019 en un 3,6%.
Teniendo presente todo el ciclo expansivo, son las capitales y grandes ciudades, sobre todo Madrid y Barcelona, las que mayores crecimientos de precio han experimentado hasta el ya pasado 2019, pero hay que señalar que los dos grandes motores, sobre todo Barcelona, se están parando. Estas grandes ciudades han incrementado sus precios el 25,2 % desde sus mínimos en la crisis, seguido de Baleares y Canarias, que acumula un 23 % de revalorización. El crecimiento medio del estado ha sido un 15,3%, pero hay zonas y provincias que se sitúan claramente por debajo, como la costa mediterránea, con un 12,7% y pequeños municipios que apenas se han revalorizado un 4,9% desde el mínimo. Otras zonas incluso siguen bajando y sus precios se encuentran a menos del 50% del inicio de la crisis.
El precio medio de la vivienda, nueva y usada en España, acumula un descenso del 33,8 % desde los máximos registrados en 2007. La costa mediterránea, las áreas metropolitanas y los municipios más pequeños de interior arrastran caídas del 44,9 %, del 39,0 % y del 35,4%, respectivamente. En las islas, la brecha desde los máximos se reduce hasta un 19,5 %.
Esta situación indica el cambio fundamental del sector, se pasa de un mercado de vendedores a uno de compradores. Y la lección ya la sabemos. Hay que ajustar los precios al mercado, cuidar el producto y tener claro que los plazos de venta se alargan. Es momento otra vez de los profesionales, que tienen la lección bien aprendida y cuentan con los medios y el conocimiento para llevar la operación a buen término y en el menor tiempo posible.
Los problemas giran alrededor del acceso a la vivienda de los jóvenes, que con sueldos bajos, inestabilidad laboral y escasos ahorros tienen pocas posibilidades de cumplir los requisitos bancarios para una hipoteca. La desaceleración económica y un panorama de mayor desempleo no mejoran la situación. Sobre todo cuando los bancos, a pesar de la continuidad de los precios bajos del dinero, están endureciendo sus condiciones y se prevé suban sus diferenciales.
Tampoco la situación para los inversores es mejor. A pesar de que la rentabilidad del sector inmobiliario, con el alquiler de activos como estandarte, continúa siendo mucho mayor que cualquier otra posibilidad, está descendiendo frente a los años precedentes. El alquiler para uso turístico desciende, por el mayor control fiscal y el endurecimiento de las condiciones marcadas por los ayuntamientos, muy alarmados por el crecimiento desmesurado de los precios del alquiler, que dejan a un sector de la población fuera del posible acceso a la vivienda. Las socimis están desinvirtiendo ante la posibilidad de los cambios legislativos en la fiscalidad que lleva el programa de Unidas Podemos, ahora en el gobierno.
Los dos principales motores del sector de la vivienda, Madrid y Barcelona, se enfrentan a este nuevo ciclo con modelos diferentes. Por un lado, en Cataluña se ha aprobado el Decreto ley 17/2019, que intenta contener el incremento de precios, en tanto que el Gobierno de la Comunidad de Madrid, ya ha anunciado que no cree en las medidas de Sánchez para limitar los precios del alquiler y no las aplicará, dejando al mercado que se regule a sí mismo.
Tampoco las inversiones en el sector inmobiliario tienen buenas perspectivas para el 2020, ya se redujeron en 2019 y no parece que vayan a mejorar. La banca aún dispone de más de 40.000 millones de euros en pisos y suelo en sus balances, a lo que hay que sumar otros 24.000 millones avalados por hipotecas de particulares y otros 7.000 millones a empresas. Y necesita darles salida para incrementar su rentabilidad por encima del 10% y volver a ser valores atractivos para los inversores.
Los fondos han adquirido ya unos 200.000 millones en ladrillo, lo que sin duda ha tenido mucho que ver en la mejoría del sector inmobiliario. Y los bancos esperaban poder seguir vendiéndoles toda la cartera de activos deteriorados que les queda. Pero en el 2019 sólo consiguieron traspasarles unos 5.000 millones, lo que es un 25% de lo esperado. Es preciso recordar, que en el 2018 consiguieron venderles unos 70.000 millones de improductivos que lastraban sus balances y que traspasaron en grandes lotes a precios interesantes para ambas partes.
Pero también para estas operaciones la situación ha cambiado. Y no sólo por el cambio de Gobierno, que les genera inseguridad, sino además por la ralentización económica. Las inversiones en vivienda son a largo plazo y necesitan un horizonte despejado para asegurar su rentabilidad, algo a lo que un previsible control de los alquileres no contribuye en nada y tampoco un incremento del paro o crecimientos del PIB por debajo del 1,8%.
Es lo de siempre, para que los fondos buitre que llegaron a España a partir del 2013 tengan buenas expectativas económicas, deben poder controlar el mercado y que no haya un gobierno que anteponga el derecho a la vivienda al retorno de sus inversiones, como ha sucedido hasta ahora. La situación está cambiando y un control de los precios podría suponerles pérdidas, al igual que la imposibilidad de cobrarse las deudas impagadas, compradas a los bancos por precios irrisorios, con la garantía de los inmuebles. Ante esta perspectiva, los fondos pueden seguir comprando, pero a un precio que ya no convence a los bancos.
Todo este panorama económico y legislativo, conforma un mercado en el que los profesionales vuelven a ser imprescindibles para llevar a buen término y en tiempo, las operaciones de compraventa. Y buena señal de ello es que en estos momentos, las propiedades puestas en venta por particulares suelen estar por encima de precio y con peor presentación que las carteras de inmuebles de los profesionales. El conocimiento del mercado y de las técnicas de venta más adelantadas, la tecnología y el dominio de internet para la publicidad, vuelven a ser fundamentales. Los compradores son más exigentes, tienen mayores conocimientos, dominan Google y sus posibilidades de búsqueda y ya ni son tantos ni lo compran todo. Y además son los que mandan.
Eduardo Lizarraga
WWW.AQUIMICASA.NET
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