Levantadas para defender a sus habitantes de los peligros del exterior y de las invasiones de sus enemigos, las murallas habían pasado de ser meros muros o tapias en la época prerromana, hasta constituir grandes y potentes cinturones defensivos, bordeados de fortines y preparados contra la artillería, a partir del siglo XIV. Pero lo que había dado vida y seguridad a las ciudades durante casi dos mil años las ahogaba en el siglo XIX.
Aquimicasa.net