La ciudad, con sus viviendas, edificios privados y los espacios y edificios públicos, representa el afán de los humanos por crear un entorno “humanizado” más allá de la necesidad de defensa respecto a los peligros y la intemperie. Constituye un entorno construido que nos proporciona confort, habitabilidad, salud, y crea un escenario propicio para nuestro desarrollo personal, social y económico.
Este entorno construido que nos aporta bienestar también estimula nuestro progreso, impulsando el avance de nuestras sociedades. Sin embargo, la velocidad a la que acontecen los cambios se ha acelerado de tal manera en las últimas décadas, que sus consecuencias se traducen en nuevas necesidades, deseos y objetivos en nuestras formas de vivir y trabajar que, a su vez, han hecho que nuestros edificios y viviendas hayan quedado progresivamente obsoletos.
El parque edificado en España responde, en estos momentos, a necesidades muy distintas de las que requiere la sociedad actual. Consume recursos naturales y energéticos que se creían inagotables. En plena lucha contra el calentamiento global para garantizar la sostenibilidad del planeta y de nuestra sociedad, el conjunto de los edificios y viviendas de nuestro país exige una actualización urgente para mantener la capacidad real de proporcionar bienestar a las personas y poder conservarlo a largo plazo, recuperando el equilibrio medioambiental.
Por primera vez en la historia, el reto que nos plantea el parque construido no es su mantenimiento, sino su actualización. Por un lado, es necesario renovar buena parte de los edificios, espacios públicos y viviendas para que puedan responder a las necesidades actuales y, especialmente, para garantizar el acceso a viviendas asequibles.
Por otro lado, los edificios representan un 36% de las emisiones y, en el marco de la lucha contra la emergencia climática, reducir la contaminación que generan se considera un factor “clave” para que España cumpla los objetivos comprometidos a escala internacional.
El Consejo Europeo aprobó el pasado 11 de diciembre elevar del 40% a, al menos, el 55% la reducción nacional neta de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en comparación con el año 1990. Con menos de 30.000 viviendas rehabilitadas al año en nuestro país, las tasas actuales de gran rehabilitación suponen una rémora para alcanzar esos objetivos, pero incluso las previsiones recogidas en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 y en la Estrategia de Rehabilitación Energética de Edificios (ERESEE) que deriva del plan son insuficientes ante el reto marcado por la Unión Europea.
Para generar empleo y actualizar el parque residencial, el Ejecutivo anunció, en octubre, la rehabilitación de medio millón de inmuebles en este trienio, entre 2021-2023. Desde el CSCAE, consideramos que hay que doblar la apuesta y reforzar el compromiso por la rehabilitación con el objetivo de alcanzar las tasas medias de rehabilitación de los países de nuestro entorno, que oscilan entre el 1,5% y el 2%, y llegar a fijarla en el 3%, tal y como recomienda la UE.
La adecuación a las nuevas necesidades sociales y al reto climático exigen la transformación energética de la mayoría de los 25,7 millones de viviendas que existen en España y la Arquitectura, aunando tradición, conocimiento e innovación, ofrece estrategias suficientes para mitigar sus efectos y adaptarnos a la situación. La disposición estratégica de huecos y ventanas para aumentar la capacidad de ventilación y climatización, la habilitación de espacios intermedios y galerías como colchones térmicos, el aislamiento exterior de las fachadas o el uso de materiales de construcción que favorecen la inercia térmica contribuyen a reducir consumos y a contener la contaminación, incrementando la habitabilidad y los beneficios climáticos de nuestras viviendas y minimizando las dependencias energéticas actuales.
Apostar por la rehabilitación es apostar por la sostenibilidad, pero no se puede obviar que las necesidades de accesibilidad de una población cada vez más envejecida, la protección de la salud y los cambios acelerados en nuestras formas de vida, trabajo y ocio obligan a actuar desde una perspectiva integral para una adecuación funcional profunda y generalizada del parque residencial y de nuestro entorno construido. Es el momento de una ola de renovación urbana para vivir mejor.
pisos.com
Deja una respuesta